Artículo: «Recomiendo conocer los ‘youtubers’ que siguen los hijos e hijas, y puede ser conveniente descargarse TikTok»

Más de 320 docentes guipuzcoanos han recibido formación este año para prevenir la adicción a las redes sociales entre los alumnos. Las sesiones y los talleres organizados por Orainprebentzioa también cautivan a las familias.

La mejor escuela para el mundo online es, paradójicamente, la que está fuera. Cuantas más estrategias y habilitades se desarrollen en la vida real, pisando tierra, mejor uso hará un escolar de las redes sociales. El problema es que la teoría se da de bruces con una pandemia que «la hemos pasado saltando entre pantallas», dando brincos a lomos de una tecnología que para los adolescentes es como el aire. Pero no todo está perdido, «ni mucho menos». Como observa el educador social Mikel Cerezo, toda crisis es también una oportunidad, algo que corrobora la Asociación Orainprebentzioa que preside, que ha desarrollado un programa en el que profesores, padres y madres y alumnos de centros escolares se convierten en agentes activos para hacer un uso responsable de las redes sociales.

La asociación nació en 2003 de la mano de un equipo de educadores y psicólogos. Cuenta con un largo recorrido en el abordaje de adicciones a sustancias, principalmente alcohol, cannabis y tabaco, tanto en adultos como menores.

Ese conocimiento previo les permitió asumir un nuevo reto en 2018: prevenir las adicciones sin sustancia, como ocurre con el abuso de las nuevas tecnologías. El programa se estrenó con el Ayuntamiento de Donostia y poco a poco ha ido extendiendo su radio de acción a centros escolares de otros municipios guipuzcoanos como Errenteria, Lezo y Oiartzun, hasta llegar a Irun.

«Todo comenzó cuando empezamos a ver la problemática creciente del uso de las redes sociales y las nuevas tecnologías. Lo que llamamos adicciones comportamentales o sin sustancia. En un principio eran los videojuegos, o juegos online, para extenderse después a las redes sociales«, cuenta Cerezo, que lleva la mitad de sus 41 años entregado a labores educativas de prevención, con el uso de la red como principal protagonista.

Según ha informado recientemente el servicio de Inspección de Educación del Gobierno Vasco, en Euskadi se han identificado cien casos de acoso escolar en los centros educativos, el 25% de ellos a través de Internet.

Todo comienza con la creación de grupos alternativos en WhatsApp y esos memes o stickers que ridiculizan al compañero o compañera de clase al que se margina. Situaciones que se pueden dar fuera del entorno escolar pero que tienen una repercusión importante dentro del aula y de la propia vida social o relacional de esos mismos alumnos.

sta propuesta formativa a tres niveles no ha dejado de ganar adeptos con el paso del tiempo. Inició su andadura en 2018 solo para el profesorado de Educación Infantil, pero pronto se vio la necesidad de ampliar el abanico. «Hoy en día trabajamos con todo el espectro: alumnados de Primaria, Secundaria, Bachiller, Formación Profesional Básica, Grados Medios y Superiores. Todos ellos intervienen en el proceso de formación, tanto estudiantes como profesores y padres y madres», indica Cerezo.

En sesiones de hora y media, se instruye sobre aplicaciones, redes sociales, youtubers, instagramers, tiktokers, streamers e influencers que tanto atraen a los menores. «Para ellos son muy importantes, con los que construyen su identidad digital, aunque a nosotros nos parezca algo marciano. Los padres tienen que mostrar interés por lo que hacen sus hijos en las redes sociales, quiénes son los youtubers a los que siguen… Qué es TikTok, igual es conveniente descargárselo», sugiere el educador social.

En una segunda sesión de formación se abordan los posibles riesgos y su prevención antes casos de ciberacoso, sexting (envío de mensajes con contenido erótico de manera voluntaria) o grooming (acoso y abuso sexual online). Estos son los mayores riesgos. El programa ofrece pautas sobre cómo actuar y aporta herramientas para poder hacer un abordaje más práctico.

El objetivo no es satanizar las redes sociales, ni mucho menos. Hablan con los profesores para que conozcan los riesgos. «Lo ven muy positivo porque les acercamos una realidad que para algunos es conocida pero para otros es completamente ajeno a ellos». El primer año se formaron 157 docentes. En 2019 fueron 198. En 2020 el programa acusó el efecto de la pandemia y el número de profesores bajó a 120 pero este año ha vuelto a coger buen ritmo y durante el primer semestre ya han adquirido destrezas para prevenir el mal uso de redes sociales un total de 320 profesores.

También realizan talleres con los alumnos. En 2018 llegaron a casi 700 estudiantes y desde entonces el interés no ha dejado de crecer hasta los 1.500 que ya han sido formados entre el último ciclo de Educación Primaria (5º y 6º) y los cuatro cursos de Educación Secundaria. «La demanda está creciendo. El boca a boca funciona. Comenzamos en centros educativos de Donostialdea y este año ha entrado también Orereta ikastola y el Instituto de Bidebieta (Bideberri).

Santo Tomas Lizeoa es uno de los centros que más fuerte ha apostado. «El balance del trabajo realizado es positivo en la medida en que es un tema que está más presente en la ikastola y en las familias. Pensamos que los alumnos tienen mayor conciencia, a pesar de que cada franja de edad influye en la práctica de esa teoría», según indican las orientadoras de la ESO de la ikastola.

Detrás de esta propuesta hay un equipo multidisciplinar que cuenta con una asesoría pedagógica del área Elkarikertuz, de la Facultad de Educación de la UPV/EHU. También hay una asesoría técnica para estar al día de las nuevas plataformas que se comercializan y los riesgos que de ellos pueden derivarse.

Otro aspecto a resaltar es que la formación se completa desde este año con sesiones dirigidas a familias. «Era una petición que nos hacían los centros. Nos decían que les habíamos puesto los pies en la tierra, que les habíamos capacitado para detectar situaciones de riesgo, pero faltaba una mayor implicación del alumnado. Los docentes nos planteaban lo siguiente: ¿No se puede implicar a los padres y madres? Al fin y al cabo son ellos y ellas quienes compran a sus hijos los móviles y aparatos de última generación con los que pasan tantas horas en Internet», señalan desde la Asociación Orainprebentzioa

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